domingo, 30 de junio de 2013

EL HUMO, Karmelo C. Iribarren & Cristina Müller


EL HUMO


Como si temiese
que lo delatasen

el humo de la chimenea
asciende rápido
hacia el cielo gris,

para camuflarse.



KARMELO C. IRIBARREN, Versos que el viento arrastra, El jinete azul, Madrid, 2010, pp. 46-47.

sábado, 29 de junio de 2013

[DEMASIADO LEJOS...], Yatsuka Ishihara & Pedro Rodríguez


Demasiado lejos
para despedidas....
Qué desnudez.

Yatsuka Ishihara


PATRICIA DONEGAN & YOSHIE ISHIBASHI (editoras), Haikus de amor, Dojo, Móstoles, 2012,p. 117.


Fotografía: Pedro Rodríguez

viernes, 28 de junio de 2013

EL INVENTOR, Jordi Masó Rahola



EL INVENTOR

   La invención de la máquina para invertir el tiempo se atribuye a Ernst Müller [1941-1867].

Jordi Masó Rahola

jueves, 27 de junio de 2013

[EL ODIO PROCURA EMPEORAR...], José Mateos & Julian Schnabel


El odio procura empeorar lo que odia. A quien odiamos no sólo le deseamos lo peor sino —lo que es peor— que se comporte aún peor.



JOSÉ MATEOS, La razón y otras dudas, Pre-Textos, Valencia, 2007, página 131.

miércoles, 26 de junio de 2013

MORIR ANTES DE MORIR, Max Aub


MORIR ANTES DE MORIR

   Empezó a referir el cuento. Divertíase el que le escuchara por vez primera, sonreía el que lo conocía, sonsoneteaba en el borde de la mesa el que le oía por tercera vez; no le aguantó el cuarto que lo había relatado, a otros, en días anteriores.
   El sucedido era tan bueno como el sol que sale, luce y muere cada día. ¿Qué culpa tenía de repetirse tanto?
   —No así mis mujeres —dijo el Califa—: que envejecen.
   En un rincón, yacía el trovador como medusa sin agua; gelatinoso, vacío, degollado por el genízaro que lo había finiquitado antes del final adivinando el pensamiento real.



MAX AUB, La uña, Bruguera, Barcelona, 1977, página 144.

martes, 25 de junio de 2013

[ACARREAMOS A NUESTROS MUERTOS...], Rosa Montero



   Acarreamos a nuestros muertos subidos a nuestra espalda. [...] O más bien somos relicarios de nuestra gente querida.. Los llevamos dentro, somos su memoria. Y no queremos olvidar.


ROSA MONTERO, La ridícula idea de no volver a verte, Seix Barral, Barcelona, 2013, p. 71.

lunes, 24 de junio de 2013

LA BREVEDAD, Gabriel Jiménez Emán


LA BREVEDAD

   Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida, y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte.


GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN, Los 1001 cuentos de una línea, Fundarte, Caracas, 1981, p. 78.

domingo, 23 de junio de 2013

DOMINGO, TARDE, Karmelo C. Iribarren



DOMINGO, TARDE

Qué hago
mirando la lluvia,
si no llueve.

 KARMELO C. IRIBARREN, Las luces interiores, Renacimiento, Sevilla, 2013, p. 34.

sábado, 22 de junio de 2013

UN PEQUEÑO ERROR DE CÁLCULO, Rosa Montero



UN PEQUEÑO ERROR DE CÁLCULO

   Regresa el Cazador de su jornada de caza, magullado y exhausto, y arroja el cadáver del tigre a los pies de la Recolectora, que está sentada en la boca de la caverna separando las bayas comestibles de las venenosas. La mujer contempla cómo el hombre muestra su trofeo con ufanía, pero sin perder esa vaga actitud de respeto con que siempre la trata; frente al poder de la muerte del Cazador, la Recolectora posee un poder de vida que a él le sobrecoge. El rostro del Cazador está atirantado por la fatiga y orlado por una espuma de sangre seca; mirándole, la Recolectora recuerda al hijo que parió en la pasada luna, también todo él sangre y esfuerzo. Se enternece la mujer, acaricia los ásperos cabellos del hombre y decide hacerle un pequeño regalo: durante el resto del día, piensa ella, y hasta que el sol se oculte por los montes, le dejará creer que es el amo del mundo.

ROSA MONTERO, La ridícula idea de no volver a verte, Seix Barral, Barcelona, 2013, p. 157.

viernes, 21 de junio de 2013

DESPEDIDA A LA PRIMAVERA, Wang Wei



DESPEDIDA A LA PRIMAVERA

Día a día en vano envejece el hombre.
Año tras año vuelve la primavera.
Nuestro gozo se halla en la copa de vino,
y es inútil lamentar que vuelen las flores.

WANG WEI, 99 cuartetos de Wang Wei y su círculo, Pre-Textos, Valencia, 2000, p.207.

jueves, 20 de junio de 2013

EL FRÍO, Karmelo C. Iribarren


EL FRÍO

Allí,
donde termina tu mirada
empieza
el frío.


KARMELO C. IRIBARREN, Las luces interiores, Renacimiento, Sevilla, 2013, p. 65.

miércoles, 19 de junio de 2013

MIS PANTALONES SIN MÍ, Gabriel Jiménez Emán


MIS PANTALONES SIN MÍ

   Siempre estoy solo, y sin embargo siempre estoy con mis pantalones.  Y no como pudiera estarlo con cualquiera de las otras prendas que llevo encima, sino porque al mirarlos colgados anoche, vi en ellos algo de tanta abrumadora soledad, que no observaría ninguna diferencia si a ellos se les ocurriera meditar sobre mí cuando me echo a dormitar en le cama.
   Mis pantalones casi nunca tienen nada en los bolsillos, y cuando lo tienen, quiero decir, cuando están colgados y lo tienen, siento que algo pesa en mí. Saco entonces esos objetos y los coloco sobre la mesa, para sentirme aliviado.
   Cuando me pongo mis pantalones, la situación no es la misma. Yo los llevo adonde quiero, y eso no debería ser así, pues ellos descansan de una manera más verdadera que yo, y tienen derecho a construir una vida más verdadera que la mía. Sus bolsillos, por ejemplo, no son los míos. Ni su tela es la piel de mi carne. Y su caminar es más dulce que el mío. Los llevo porque fueron sacados de un animal más noble que yo, y porque en las vidrieras ellos me miran antes que yo a ellos. Ellos escogen mi vida.
   A veces, cuando en las madrugadas voy a tomar agua y los veo remojarse o los veo recién exprimidos sobre las cuerdas, siento algo que me impide tomarme el agua. Los acompaño un rato, miro con ellos la noche, y a veces hasta hablo sólo para que ellos oigan las palabras que nunca he pronunciado delante de ninguna persona. Si logro pasar una noche tranquila, es porque he compartido con ellos algo que nunca habré de compartir conmigo.


GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN, Los 1001 cuentos de una línea, Fundarte, Caracas, 1981, p 71.

martes, 18 de junio de 2013

[LA INSENSIBILIDAD DE NUESTRO DORMIR...], René Char & Man Ray




La insensibilidad de nuestro dormir es tan completa que el galope del más mínimo sueño no logra atravesarlo, refrescarlo. Las suertes de la muerte están sumergidas por tal inundación de absoluto que pensar en ello basta para hacer perder la tentación de la vida que uno llama, a que uno suplica. Es preciso amarnos mucho, esta vez aún, respirar más fuerte que el pulmón del verdugo.


RENÉ CHAR, Las hojas de Hipnos, Visor, Madrid, 1973.

lunes, 17 de junio de 2013

[EL VERDADERO DOLOR...], Rosa Montero


El verdadero dolor es una ballena demasiado grande para poder ser arponeada.


ROSA MONTERO, La ridícula idea de no volver a verte, Seix Barral, Barcelona, 2013, p. 31.

domingo, 16 de junio de 2013

MI FAMILIA, Herta Müller


MI FAMILIA

   Mi madre es una mujer que va siempre embozada.
   Mi abuela ha perdido la visión. En un ojo tiene cataratas, y en el otro, glaucoma.
   Mi abuelo tiene una hernia escrotal.
   Mi padre tiene otro hijo de otra mujer. No conozco a la otra mujer ni al otro hijo. El otro hijo es mayor que yo, y la gente dice que por eso yo soy de otro hombre.
   Mi padre le hace regalos de Navidad al otro hijo y le dice a mi madre que el otro hijo es de otro hombre.
   El cartero siempre me trae cien leis en un sobre por Año Nuevo y dice que me los manda Papá Noel. Pero mi madre dice que yo no soy de otro hombre.
   La gente dice que mi abuela se casó con mi abuelo por sus tierras y que estaba enamorada de otro hombre con el que hubiera sido mejor que se casara porque su parentesco con mi abuelo es tan cercano que aquello fue un cruzamiento consanguíneo.
   La otra gente dice que mi madre es hija de otro hombre y mi tío es hijo de otro hombre, pero no del mismo otro hombre, sino de otro.
   Por eso el abuelo de otro niño es abuelo mío, y la gente dice que mi abuelo es el abuelo de otro niño, pero no del mismo otro niño, sino de otro, y que mi bisabuela murió muy joven, aparentemente a consecuencia de un catarro, pero que aquello fue algo muy distinto de una muerte natural, que realmente fue un suicidio.
   Y la otra gente dice que fue algo muy distinto de una enfermedad y de un suicidio, que fue un asesinato.
   Al morir ella, mi bisabuelo se casó en seguida con otra mujer que ya tenía un hijo de otro hombre con el que no estaba casada, pero que a la vez también era casada y que después de ese otro matrimonio con mi bisabuelo tuvo otro hijo del que también dice la gente que es de otro hombre, no de mi bisabuelo.
   Mi bisabuelo viajaba cada sábado, año tras año, a una pequeña ciudad que era un balneario.
   La gente dice que en esa ciudad se juntaba con otra mujer.
   Hasta se le veía en público llevando de la mano a otro niño con el que incluso hablaba otro idioma.
   Nunca se le veía con la otra mujer, pero, según la gente, ésta sólo podía ser una prostituta del balneario, ya que mi bisabuelo nunca se dejaba ver con ella en público.
   La gente dice que hay que despreciar a un hombre que tenga otra mujer y otro hijo fuera del pueblo, que aquello no es mejor que el incesto puro y simple, que aquello es aún peor que el cruzamiento consanguíneo, que aquello es pura y simple ignominia.


HERTA MÜLLER, En tierras bajas, Siruela, Madrid, 1990, pp. 9-10.

sábado, 15 de junio de 2013

[LOS ACONTECIMIENTOS], Rafael Argullol & El Roto



Uno puede declararse aceptablemente feliz cuando no necesita apenas acontecimientos a su alrededor, y muy feliz cuando no necesita absolutamente ninguno. El hambre de acontecimientos es una de las señales más seguras de infelicidad.
(Los acontecimientos)



viernes, 14 de junio de 2013

QUIÉN, Lêdo Ivo



QUIÉN

Quién enjuaga la ropa
quién barre la escalera
quién lava la vidriera
quién encera la casa
Quién devuelve a la letrina
el color inmaculado
quién pule los muebles
quién va al basurero
En la mañana se mueve
una mano doméstica
que limpia en silencio
las manchas del mundo.


LÊDO IVO, El silencio de las constelaciones, Monte Ávila, Caracas, 2010,  p. 145.

jueves, 13 de junio de 2013

ELLA ÉL, Luis Britto García



ELLA ÉL
  
   Él, que se acuesta con ella, él, que para atraerla fue poniendo de manifiesto tan diversos rasgos de carácter, su desilusión, entre otros, su manera de manejar a lo pase lo que Dios quiera, entre otros, su capacidad de contar verdades como si fueran embustes, entre otros. Él que cuenta en su haber los cien metros planos el gusto por las medias caras el paralelo y risible descuido por los zapatos el aprecio por autores de los que llaman menores el tiro con rifle la manía de no botar las camisas viejas el tabaco inglés la confesión de que cualquier pendejada lo conmueve la constancia —llámenla si quieren testarudez— irracional, la teoría de que hablar con las mujeres es perder el tiempo de que mejor las manos que además siempre deben estar doblando tapas de refrescos monedas quebrando astillas aplastando nueces para hacerle sentir a ella una cierta impresión de peligro de inminente tenaza.
   Ella, que tan repetidamente ha puesto de manifiesto su miedo por las ratas cierto sueño infantil de desamparo su aversión hacia las señoras gordas el gusto de que le hagan cosquillas en el tercer espacio intercostal derecho su indiferencia por la metafísica su interés en la hiperconductividad metálica su compulsión de romper jarrones su amor por los cuartos encerrados y sin muebles su aversión por las jaulas con pajaritos su convicción de que los caracoles arrastran el invisible carro del olvido su risa por las señoritas que se platinan su propensión a crear lenguajes cuyas palabras son ciertos guiños ciertas formas de relamerse los labios.
   Él, ese carajo a quien inventé atribuyéndole las cualidades todas que creí que podrían atraerla que en efecto la atrajeron y que en el fondo no tienen nada que ver conmigo que soy otra cosa, que como sabrán ustedes soy enteramente otra cosa.
   Ella, que tantos antedichos rasgos inventó para atraer, no a mí, sino al monigote falso que yo había creado, no a mí, sino a ese ser increíble que todas las noches la posee y que tiene tan poca existencia como el que ella ha creado.
   Ella él quién pudiera reventarle los ojos decirles a él cabrón a ella puta levantarles la tapa de los sesos, quien entonces yo y tú mirándonos con horror y con asco desde nuestra repentina verdad, nuestra extrañeza.

LUIS BRITTO GARCÍA, Rajatabla, Monte Ávila, Caracas, 2007 (1970), pp. 19-20.

Ilustración: Federico Coscio

miércoles, 12 de junio de 2013

EL DON DE LA TRAVESÍA, Lêdo Ivo


EL DON DE LA TRAVESÍA


Un camino que no me lleve a ninguna parte
y sea sólo camino, sin comienzo ni fin,
es lo que pido al día, y el día me concede
el don de la travesía, para que yo avance
bajo las estrellas y soles, rodeado de mí,
sin jamás alcanzar la puerta buscada
o la llave perdida en una duna pálida.
Y avanzo como el día, como el día suspendido
entre la nube caída y la lluvia de verano,
sin dejar ningún rastro o sombra en el suelo.

LÊDO IVO, El silencio de las constelaciones, Monte Ávila, Caracas, 2010,  p. 183.

Fotografía: Luis Calvente

martes, 11 de junio de 2013

PARÉNTESIS, Jorge Timossi


PARÉNTESIS

   [Ese escritor era tan respetuoso con sus lectores que todo lo que escribía lo ponía entre paréntesis para que ellos pudieran elegir (libremente) entre leerlo o no, incorporar el texto completo o tomarlo como una (simple) intercalación, o bien quedarse sólo con los paréntesis que a veces (como se sabe) son mucho más útiles en la vida que en la literatura.]



JORGE TIMOSSI, Cuentecillos y otras alteraciones, Ediciones de la Torre, 1997, p. 78.

lunes, 10 de junio de 2013

GUERRA, Cees Nooteboom



GUERRA

   2011. Una mujer en Holanda recibe una carta del comandante de la Marina. En ella se le comunica que han sido hallados los restos del KXVI que en 1941 fue alcanzado en Borneo por un torpedo japonés. Su padre, Wim Blom, fue uno de los oficiales a bordo de la nave. Al fin la mujer sabe con certeza cómo murió su padre. Se llama Katja Boonstra y es miembro de la junta directiva del Comité de familiares de los fallecidos en submarinos 1940-1945. Esa guerra no concluirá hasta que haya dejado de existir la última persona que la vivió. La mujer le comenta la noticia a una amiga cuyo padre perdió la vida en esa misma nave. La amiga cuenta que leyó la carta en voz alta a la fotografía de su padre. Veo la escena: una mujer mayor, en una silenciosa sala de estar holandesa, leyéndole una carta al retrato en blanco y negro de un muerto ataviado con el uniforme de la marina. El mundo como una infinita sucesión de visiones.
   1935. Una nave alargada y estrecha, a todas luces un submarino, se encuentra anclada en aguas tranquilas, cerca del muelle. Se ve que es el trópico por los árboles que asoman detrás de los edificios del puerto y por los uniformes blancos de la tripulación apostada en la cubierta, oficiales y marineros. Es la llegada del KXVI de su Majestad a las Indias Neerlandesas. Seis años después, la nave recibirá la orden de dar caza, frente a la costa de Borneo, a los cruceros y cazas japoneses que tratan de conquistar los campos de petróleo de Borneo. Junto con el KXIV y el KXV vigilan de cerca las naves enemigas que navegan en convoy con diez buques de carga. El conflicto estalla en Nochebuena. El KXVI sigue al cazasubmarinos Sagiri y lo hunde. Luego persigue al Murakamo, que logra escapar. Al día siguiente, Navidad de 1941, un submarino japonés, el 166, descubre un sumergible holandés navegando por encima de él y abre fuego. El KXVI se hunde, nadie se salva. Al cabo de muy poco tiempo, el 166 sufre el mismo destino y es hundido por un submarino inglés. El capitán de esa nave se llama William King. Un barco holandés torpedea un barco japonés.
   Un barco japonés destruye un barco holandés y es hundido por un barco inglés. Guerra.
  2011. Un pescador en Borneo informa a unos buceadores australianos de que ha localizado los restos del submarino a sesenta millas de la costa. Inician la búsqueda y encuentran el KXVI a cuarenta metros de profundidad.
  2003. Un japonés deposita un ramo de flores en el monumento de la Fuerza de Submarinos en el puerto militar holandés de Den Helder. El hombre era hijo de un tripulante del 166 y quiere manifestar su arrepentimiento por lo que su padre se vio obligado a hacer en la guerra. Esa noticia llega a oídos de Katja Boonstra. Ella invita a cenar al japonés y más tarde viajan los dos a Inglaterra, a la finca de William King, el comandante británico del barco que torpedeó al 166, y ahí plantan un árbol. Le echo otro vistazo a la fotografía de 1935, la estrecha nave, los hombres en fila vestidos de blanco. Uno de esos hombres es Wim Blom, pero la distancia en que fue tomada la foto no permite a su hija reconocerle entre el resto de las sombras blancas. Y el mar no tiene ojos ni puede ver nada. Solo la imaginación es capaz de ver. Dos naves a una gran profundidad, el objeto metálico, oblongo y letal, que abandona una nave y penetra la otra. El lento camino hacia el fondo del mar, el lento balanceo, la muerte.


CEES NOOTEBOOM, Cartas a Poseidón, Siruela, Madrid, 2013, pp. 138-139.

domingo, 9 de junio de 2013

COMO TÚ, Leonard Cohen



COMO TÚ

   Porque eres hermosa, pero olías mal, supe que te habían matado. Y tú pensaste lo mismo de mí. Dijiste: «Eres un anciano elegante, pero apestas». Después del largo evento de la intervención desnuda, juntaste las manos y te inclinaste. «Gracias», dijiste. «Ha sido la primera vez que no he hecho nada.» Muchas han sido las cosas maravillosas que me han dicho sobre mi suerte, pero aquélla fue sin duda la más maravillosa. «¿Cómo huelo ahora?», te pregunté. «Peor que nunca», dijiste. «Eso mismo pienso de ti», dije yo. Después volviste a Francia (¿o era Holanda?) y desde entonces hemos sido buenos amigos. A veces, cuando los colibríes están quietos, huelo cómo te pudres al otro lado del mundo.

LEONARD COHEN, Libro del anhelo, Lumen, Barcelona, 2006, p. 188.

sábado, 8 de junio de 2013

[CRECEMOS PEREGRINOS...], Fernando Menéndez



Crecemos peregrinos de la belleza y la niñez.

FERNANDO MENÉNDEZ, Tira líneas, Difácil, Valladolid, 2010, p. 45.

viernes, 7 de junio de 2013

VENIMOS DEL POLVO, Pere Calders


VENIMOS DEL POLVO
        
   Excavaron enfrente de su casa. No querían decirle si hacían una piscina o la base de una glorieta. «Se trata de una sorpresa», respondían a cada una de sus preguntas. Y lo fue, porque cuando completaron las medidas le dieron aquello que se llama cristiana sepultura.

PERE CALDERS, Ruleta rusa y otros cuentos, Anagrama, Barcelona, 1984, página 291.

jueves, 6 de junio de 2013

BODA CON UN SOMBRERO, Cees Nooteboom



BODA CON UN SOMBRERO

   En un pequeño pueblo del sur de Francia, un francés de 68 años ha contraído matrimonio con una mujer que no tiene edad, porque está muerta. Vivieron juntos durante veinte años y quisieron casarse, pero ella enfermó y falleció. En la boda con la muerta, que requirió el permiso del presidente de Francia, el hombre trajo consigo el sombrero de la finada. En El Golem de Meyrink, el héroe se apropia de los pensamientos de la persona dueña del sombrero que se pone. ¿Qué pensaría el sombrero el día de la boda? ¿Reconocería a la decena de convidados que asistieron a la ceremonia? ¿Y qué le habrá dicho al hombre una vez solos en casa?

CEES NOOTEBOOM, Cartas a Poseidón, Siruela, Madrid, 2013, página 15.

Imagen: Susana Blasco

miércoles, 5 de junio de 2013

[EL HOMBRE ES UN ALMA...], Guido Ceronetti




   El hombre es un alma que arrastra un cadáver. Deploramos como muerte el que se canse, al final, de hacer de barrendero.

GUIDO CERONETTI, Los pensamientos del té, Muchnik, Barcelona, 1994, p. 73.

Escultura: Casanova

martes, 4 de junio de 2013

LA OLLA DE ORO



LA OLLA DE ORO

   Había una vez un ricachón sumamente avaro. En su casa tenía un montón de ollas de  cobre, que nunca prestaba a nadie que las necesitara, por miedo a que se desgastaran.  Un día, fue a su casa Aku Tonpa y, después de hacerle algunos presentes, le pidió que le  prestara una olla. No le resultó fácil, mas al cabo de muchos ruegos y promesas, acompañados de palabras halagadoras, al final consiguió que le prestara una olla grande  durante dos días. Cumplido el plazo, fue el ricachón a recoger su olla y, para su gran  sorpresa, Aku Tonpa le devolvió la olla grande que le había prestado con otra pequeña  dentro. No entendiendo qué podía haber sucedido, el ricachón preguntó a Aku Tonpa:
   —¿De dónde ha salido esta ollita?
   —Vuestra olla de cobre —le respondió Aku Tonpa, muy serio— ha parido una hija, y como la olla es vuestra, su hija os pertenece.
   El ricachón se puso muy contento al oírlo y, apretando contra su pecho a la madre y a la hija, se volvió a su casa.
   Al día siguiente, Aku Tonpa fue de nuevo a casa del ricachón para pedirle una olla prestada. Esta vez, el ricachón no se hizo de rogar, y todo generosidad, se la entregó en seguida. Al cabo de unos días vino el rico por su olla y, como la vez anterior, Aku Tonpa le devolvió dos: la grande y otra pequeña. El ricachón no acababa de entender lo que estaba pasando y tornó a preguntar a Aku Tonpa:
   —Pero, ¿por qué paren las ollas que te presto?
   Aku Tonpa fingió cavilar largo rato, y al final dijo:
   —Tampoco yo acabo de entender el porqué, mas ¿sabéis lo que imagino? Que vos sois un hombre afortunado, y que también yo, aunque pobre, soy una persona afortunada, y cuando dos afortunados se encuentran, pues ocurren cosas tan extraordinarias como que las ollas tengan hijos.
   Oyendo aquellas razones, el ricachón rompió a reír, juzgando que lo que decía Aku Tonpa era algo muy puesto en razón. Luego le dijo:
   —A partir de ahora, Aku Tonpa, cuando de algo hayas menester, sólo has de pedírmelo, que estando en mi mano, no te ha de faltar.
   —De aquí a unos días —dijo Aku Tonpa— habré menester de una olla, pero esta vez más grande.
   El ricachón, muy contento, le dijo que cuando quisiera, podría ir por ella.
   De vuelta a su casa, el ricachón contó a su mujer toda la historia de las ollas y ella, como era tan astuta como avariciosa, no tardó en decir a su marido:
   —Lástima que estas ollas no sean de oro. Si tuviéramos una, se la podías prestar a Aku Tonpa no una, sino muchas veces, y así, si cada vez paría una pequeña, en poco tiempo nos podríamos hacer inmensamente ricos.
   Al cabo de unos días, cuando Aku Tonpa fue por una olla más grande, tal y como había dicho, el ricachón le prestó una olla de oro muy grande, que había mandado hacer a toda prisa.
  Aku Tonpa tomó la olla de oro y se volvió a su casa. Luego empuñó un martillo y a golpes destrozó la olla y la hizo pedacitos, que después repartió entre los pobres que no tenían dinero para comprarse una olla. Llegó el día en que Aku Tonpa debía devolver la olla, y el ricachón, ardiendo de impaciencia, fue a su casa a recogerla. Nada más entrar, halló a Aku Tonpa sentado en el suelo, con aire abatido.
—¿Dónde está mi olla? —preguntó el rico casi gritando.
   —Habéis tenido muy mala suerte —respondió Aku Tonpa, compungido, vuestra olla ha muerto, y se ha hecho pedazos; así que como ya no servía para nada, la he repartido entre los pobres.
   —¿Cómo es posible que una olla muera? —dijo el ricachón muy enojado y nada convencido.
   A lo que Aku Tonpa replicó:
   —Pero, ¿acaso no sabéis algo tan meridiano, como que todo aquello que puede parir hijos, es algo que nace y que muere? Vuestras ollas son capaces de parir, luego por fuerza algún día han de morir.
   Ahora fue el ricachón el que casi se muere del grandísimo enojo que le tomó. Mas no pudiendo ya hacer nada, hubo de volverse a su casa, triste y cabizbajo.

IÑAKI PRECIADO, El sembrador de oro y otros cuentos del Tíbet, Oberon, Madrid, 2004, pp. 139-140.



lunes, 3 de junio de 2013

[EL LAGARTO...], Jules Renard

 

El lagarto: ¡Ojo, recién pintado!

JULES RENARD, Historias naturales.

domingo, 2 de junio de 2013

[ME PREOCUPA...], Jimmy Liao

Me preocupa no poder mantener a mis hijos.


JIMMY LIAO, Soy feliz, no me preocupo, Barbara Fiore, Barcelona, 2012.

sábado, 1 de junio de 2013

[...ME ACUERDO...], Javier Serrano


... me acuerdo de haber echado hormigas vivas en una telaraña, como si fuera un pequeño dios que jugara. Recuerdo la confusión de la hormiga atrapada y la precipitación de la araña, expectante hasta ese momento, cuando se abalanzaba sobre ella. Me acuerdo también de que a veces, y como por compensar, descubrías una araña muerta completamente rodeada de hormigas que se la estaban comiendo, ¿justicia de los débiles?...


JAVIER SERRANO, Memoria de pez, Creative Commons, Madrid.