domingo, 10 de abril de 2011

COMIENDO UN MELOCOTÓN, Henri Cole

COMIENDO EL MELOCOTÓN
       
       
Comiendo el melocotón me siento como un asesino.
El tiempo y la oscuridad no significan nada para mí,
moviéndose de un lado a otro con mis blancos dientes
y mi lengua hinchada, saciándose en la pulpa
jugosa. Cuando chupo el hueso que se parece al cráneo
de un pequeño mamífero, se borra toda memoria
de penas y disputas, de soledad y ansias
de amor erótico, y del proyecto de un mundo,
donde el hombre, harto de la razón, no logra devolverle
un orden a las cosas. Comiendo el melocotón, siento el largo
vagar, mi mano humana —ayer aleta y garra—
se extiende a través de una alegoría del Edén,
del barro, del tedio y del pesar, hacia las abejas, la soledad
y el montón de briznas de hierba que arrastra el agua fría.





EATING THE PEACH

Eating the peach, I feel like a murderer.
Time and darkness mean nothing to me,
moving forward and back with my white enameled teeth
and bloated tongue sating themselves on moist,
pulpy flesh. When I suck at the pit that resembles
a small mammal’s skull, it erases all memory
of trouble and strife, of loneliness and the blindings
of erotic love, and of the blueprint of a world
in which man, hater of reason, cannot make
things right again. Eating the peach, I feel the long
wandering, my human hand —once fin andpaw—
reaching through and across the allegory of Eden,
mud, boredom and disease, to bees, solitude,
and a thousand hairs of grass blowing by chill waters.






HENRI COLE, La apariencia de las cosas. Antología poética, Quálea, Torrelavega, 2008, páginas 102-103.

Traductor: Eduardo López Truco